10 abril 2007

Marruecos crónica



Esta vez sí!!
despues de muchas horas de mapas, de recopilación de información a traves de la red y de los colegas nos decidimos a cruzar el estrecho e ir a África.
Marruecos hace tiempo que estaba en el punto de mira y ahora gracias a los amigos de furgovw la Expedición Malaespina partia aprovechando los dias libres de semana santa.
Marchamos de Asturies el viernes 30 de marzo a las 9 de la noche rumbo sur bajo una lluvia que no nos daria tregua en dias. En Adanero alcanzamos a Miguel a las riendas de la Tomasa, una T3 camping en la que cenamos los tres, Miguel, Laura y yo. Despues de cenar cruzamos Madrid aprovechando la tranquilidad de la noche y enseguida nos plantamos en el estupendo parking gratuito a la entrada de Toledo donde dormimos la primera noche.
A la mañana siguiente aparecieron por allí Chesco y Carolina (luego conocidos como los "Doble cero") que venian de Madrid con Paki, nuestra otra compañera de furgo que habia salido de madrugada en bus desde Barcelona.
Partimos de allí todos juntos pero Miguel se iba por Málaga a recojer a Cris y nosotros tirabamos directos a Algeciras así que nos despedimos para encontrarnos otra vez en Xauen.
A partir de aquí os dejo en manos de Carolina que se curro un cuaderno de bitácora que ahora nos viene estupendamente como crónica de esta aventura.
Trascribo así el texto de Carolina con algunas notas y comentarios mios...
Lo que está en cursiva es de Carolina y lo que no es lo que puse yo, suele estár entre *esto*. Si pinchais en las fotos las vereis más grandes. Sé donde está hecha cada una de las fotos así que si alguien tiene curiosidad por donde está echa alguna que me lo pregunte. Espero que os mole.


Día 1 Hacia la frontera y más allá... Toledo - Xauen
Algeciras Conection sale de Madrid a las 9 de la mañana tras unos chocolates con churros reconstituyentes y recoger a Paki. Viaje acompañado por la lluvia. Desconocíamos (pues comienzo a escribir este diario el tercer día de A.C. -Algeciras Conection-) que esa lluvia, peninsular, nos seguiría mojando ya llegados al Continente Africano.
Atravesamos el estrecho en cubierta. En Ceuta parecía hacer calorcito. Nos pusimos rumbo a Xaouen. Era de noche. La falta de indicaciones tras Tetuán y nuestra confianza en un paisano que nos indicó que aquél camino era el correcto, nos hizo perdernos un poquito por una carretera que bordeaba la costa y luego subía serpenteante ladera arriba. Después de un pequeño susto con un tráiler que amenazaba echársenos encima, decidimos dar la vuelta a Tetuán.
Mirar bien el mapa es fundamental.
La lluvia seguía con nosotros. Esto ha hecho que nos riamos a menudo y nos frustemos ligeramente.
Nuestros queridos amigos, Los Hobbits, según llegamos al camping de Xaouen, al que no entramos porque no eran horas, se hicieron cena.
Ches y yo optamos por calentar la oreja, aunque la mía no se calentó en toda la noche. Dormimos. Yo, mal.

*Esa noche llegamos a Xauen sobre las 2 de la mañana en nuestra primera toma de con
tacto con el pais (y el continente) a traves de carreteras sinuosas de montaña y bajo una lluvia que hacia que todo estubiera inundado, zonas en las que solo habia perros por la carretera y otras en las que al borde de la carretera se extendian puestos de venta de cerámica con todo expuesto allí solo en mitad de la noche sin aparente vigilancia ni nada, en poco más de 100 kms 3 controles policiales en los cuales yo casi paraba y bajaba ventanilla entonces al vernos extrangeros nos saludaban y mandaban continuar, como nota curiosa el olor a marihuana que entraba por la ventanilla cada vez que la bajaba en los controles, algo que no me explico porque allí solo habia policia y ademas en Marruecos no fuman marihuana, de todas maneras estabamos atravesando el Rif así que es probable que hubiera marihuana por allí que utilizarán para hacer hachís que eso si que lo fuman.
Pues bien lo último que recuerdo de aquella noche es que a las 5 AM teniamos una jauria ladrando alrededor de la furgo como si se estubieran peleando por morder las ruedas. (seguia lloviendo)



Día 2 Xauen - Fez
Despertamos. Los pequeños Hobbits ya preparaban su primer desayuno.
Entramos en el camping. Primer marroquí, perdón, primer marroquí con autoridad (el chico de la recepción) amable. Olvidé narrar nuestro paso por la frontera de la noche anterior. Pero lo recuerdo.
Nos duchamos, agua fría, pies congelados.
Ánimo.
Bajamos al pueblo. Tiendas, hombres semitapados por sus capuchas, tintes de colores en polvo, calles blancas y azules, niñas (inocentes y libres aún) bajando en chanclas por las escaleras, placita de Xaouen, terracita moruna, interior con casas en relieve.
Chesco conoce a Miguel, Abdul para los lugareños. Había vivido 5 años en Málaga. Estudiaba algo relacionado con la medicina. Por el verano ayudaba a un médico a curar a los niños. ¡Angeliiiiiiito!
Fumamos de su porro. Comimos con hambre y placer. Mojamos todo el pan.
Paki compró una pipa, yo un jersey de lana, Ches una manta, Abdul pillín una chillaba azul. *Yo aún con la boca abierta tenia mucho que aprender, ya abria tiempo de comprar*. Subimos montaña arriba, fuera del pueblo. Comienza a llover. Cerca de la ermita cristiana Abdul para en una casa. Llega a la ermita. Llueve más fuerte. Unas chicas salen de la destartalada construcción cristiana. La cara de estas jóvenes muestra una felicidad absoluta. Se ve que dentro del edificio religioso han llegado al éxtasis. Envidia.
Regresa Abdul, habla con Ches, comenzamos a descender campo y barro a través. Ches se vuelve ligeramente. Cara de felicidad. Felicidad compartida.
Paki y yo quedamos atrás. Llueve intensamente. Intensamente, pues, nos mojamos.
Atravesamos un campo de fútbol sin campo. Chaparrón. Unos ganan por cinco, otros pierden por cuatro. Los cuatro que miran son, seguro, fieles admiradores.
Habíamos perdido a Abdul. Se perdió cuando apareció la furgo policial.
Rumbo al camping. Tenemos que dejarlo a las tres. Abdul, nos encuentra. Le seguimos. Cómo no. Lo apreciamos más que nunca. Buscamos taxi. Nos cruzamos con Miguel y Cris y los Camperdax (Raul y Marta). Aquí se ve mucho español.
Volvemos en taxis al camping. Abdul se queda fuera. Chesco lo busca en el interior del coche policial que cruza con su furgo. Su mirada no lo encuentra. Resultan ser polis camuflaos.
Abdul nos espera. Sube en la furgo. La ropa le humea. Le pagamos sus servicios. Aparte se llevó nuestra botella de vino, pa su hermano, decía. Tal vez uno de sus 13 hermanos que se había vuelto loco envenenado por su mujer. Dato sin contrastar.











































Tomamos camino Fez.
Ahora éramos cuatro furgonetas.
Caro y Chesco (doble cero),Miguel y Cris (miguel.ov),Raul y Marta (camperdax) y Nosotros (expedición malaespina)
Cuatro horas de charla sin descanso.
Ajedrez ocre en las laderas.

Los niños saludan al pasar. Un camión cargado de paja provoca el silencio en el interior del vehículo. Ches y yo coincidi
mos. “Hay que adelantar ESO”
*La llegada a Fez fué la caña! según nos acercabamos a la ciudad el tráfico se multiplicaba, los carriles también se multiplicaban a discreción de los conductores pero el espacio seguia siendo el mismo. Un enjambre de todo tipo de vehiculos, niños y demás peatones intentando cruzar, nadie para, una rotonda, preferencia de peso y de huevos, no se sabe por donde vendrá el primer golpe, un autobus haciando gala de su preferencia de peso viene a saco de frente, no sabemos por que lado esquivarlo, salimos de la rotonda ilesos, de repente una moto viene a por nosotros, frenamos para no darnos de frente con ella, ¿camping internacional? es un guia! sin licencia como casi todos pero nos saca las castañas del fuego, tras unos 15 minutos de caos entre sonidos de claxon hemos atravesado Fez y estamos en el camping, si no fuera por el guia aún estariamos atascados por allí.





























Llegada a Fes. Camping. Más furgos del foro. Cena en la furgo de Mario. Esto es nivel y no lo que pasa un tren. Sidra asturiana antes de dormir, quién lo hubiera dicho de mí.
Gracias al saco de Laura y a los calcetines de lana gordos comprados en Xaouen mi noche fue cálida.


































Día 3. Día en Fes.


Esperamos al guía que nos ha de llevar a la Medina. Llega tarde. Por supuesto, no se disculpa. Él es como Gandalf, el mago, los guías de aquí “nunca llegan tarde, ni temprano, llegan justo cuando se lo proponen”.









*El guia iba a retrasarse 2 horas, amenazamos con irnos si el, entonces solo tardará media hora, nos vamos igual, ahora ya serán 5 minutos, al final llega en 2. Aquí se regatea para todo.*
Rumbo a Fes en 3 taxis. El taxista tiene un hermano viviendo en España desde hace 14 años.
La Medina es la parte antigua de la ciudad y, como tal, está en ruinas. Al menos, aparentemente. El interior de alguna de sus sobrias fachadas esconde maravillas.
Omar, nuestro Gandalf, se mueve cual gacela entre las adoquinadas y estrechas calles. Nosotros, cuales torpes elefantes, seguimos al mago con paso guiri. Una jauría de niños persigue a Ches, reclaman bolígrafos. El sagaz occidental blande sus stilos cual rey victorioso tras una lucha ruda y sangrienta. Reparte sus migajas. La plebe se retira contenta.
Otra jauría infantil esta vez menos hambrienta de cultura pero sí más deseosa de tocar carne blanca, es decir los culos de Laura y el de una servidora, nos rodeó, pidiéndonos, seguramente, como dedujimos por sus manoseos nada inocentes, que satisfaciéramos sus más bajos instintos. Laura y yo respondimos a sus súplicas con unos tímidos “no”.
De repente, como siempre suele ser, la policía -dos tíos- aparecieron en escena. El sol iluminaba sus azules trajes. El aire se cargaba de olor a azufre… los chiquillos corrieron calle arriba. Nos sentimos seguras.
Omar es descubierto. Es un guía no oficial y como tal paga a la Autoridad su impuesto a cambio de silencio. La vida continúa.
Llegamos al barrio de curtidores. Un río marrón rodeado de basuras pasa por delante. Huele a carne muerta. Lana acumulada. Náuseas.
Pagamos el diezmo. Podemos continuar la visita. Desde la azotea admiramos la vista mientras arrugamos la nariz. Somos afortunados. En verano el calor hace mucho más insoportable el olor. Albricias!
Un apuesto galán, con un castellano galante, nos explica el trabajo de los curtidores. Tinajas llenas de tinta y pieles. Predominan los rojos, granates y ocres para esta temporada.
Pero la estrategia del galán y su “familia” está cimentada por siglos de experiencia. Nos invitan a subir a la tienda. Nos hipnotiza quemando con un mechero la piel ignifuga del camello ¡Qué puf más bonito!
En aquel paraíso de la artesanía, sin poder remediarlo, me enamoré. Era suave. Su pelo brillaba y su piel… ¡oh! cuánta ternura. El bolso perfecto.
Tuve que renunciar a nuestro amor. Tuve que ser fuerte. Renuncié a él. Sin embargo, las babuchas tenían un precio mucho más razonable.
Después otro callejeo. Tienda de alfombras. Taller interior, telar. Hombre fabricando manta. Nuevo vendedor. Nuevas dudas entre los turistas atolondrados por tanta oferta. Tras un rifirrafe interminable Paki y yo nos llevamos una manta y una alfombra cada una. Por el mismo precio.
Estos vendedores son virtuosos del gesto y la pantomima. Al principio sonríen, son rápidos y atentos. Después son hipócritas. Comienza el engaño.
Se niegan a hablar del precio de las cosas. ¡Ah, maestros! Te dicen que harán un precio de descuento por todo lo que ramplemos del lugar.
Al hablarles del dinero, se cabrean. Fruncen el ceño, tuercen la boca y sacuden las manos en un gesto de negación.
Después afinan la mirada y susurran: ¡¿Cuánto tú pagar mejor precio?! No precio risa”
Empiezas a picar. La presa, nosotros desde luego, nos revolvemos inquietos, pero nos creemos poderosos, invencibles ¡AH, pobres infelices!


Contestamos a su sibilina pregunta con una cantidad que estimamos puede triplicarse hasta el precio por el que estamos dispuestos apagar. El juego ha comenzado.
Él pone cara de no creérselo. Un especie. ¡”Ah, nin quedo bobo!”
Te pide que hables en serio. Tira del sedal. Retorcemos nuestros cuerpos. Aún creemos que vamos a triunfar. Le inquirimos por un nuevo precio menos desorbitado que el primero. Suelta unos centímetros más de sedal. Nos rebaja un poco. Nos relajamos. Tampoco nos interesa tanto esa bandeja de plata, es juego de tes, ese tapiz hecho a mano, esa lámpara de pies…
Entonces tira de la caña. Nuestro labio se estira hasta tocar la barbilla. Nos concede otra oferta. Coleamos con una contraoferta. Nos creemos listos. ¡AH, cruel soberbia! Parece aceptar. Nos sujeta con fuerza con la caña. El anzuelo asegura una buena pieza. Conocen nuestros gustos. Se acerca el final. Nos da un precio cercano a nuestro precio final. Escondemos una sonrisa. Él también. Sólo él sabe que la suya es la acertada. Decimos nuestro precio final.
Niega. Nos creemos libres.
Es el definitivo. No vamos a rebajarnos. Da un golpe final, saltamos del agua tranquila para sumirnos en una agonía de paz. Tumbados en el suelo. Nos damos la mano.
Sellamos nuestro pacto, ya muertos.
Nos envuelve en papel de periódico después de exhibirnos. Hemos perdido. Pero nos alejamos del lugar creyéndonos victoriosos. Nuestro precio final, por el que apostamos, era una mierda de precio final. Era más de lo que nunca nos hemos gastado en un cojín. Poco a poco nos
despertamos de nuestro narcótico sueño. Elegimos la pastilla roja. Volvemos a la realidad. ¡Qué primos hemos sido!
Lloramos desconsolados, sin orgullo ya. Sin embargo, siempre hay un rayo de luz al final del oscuro camino. El cojín es estupendo y hemos vivido una experiencia única.
Volvemos al camping cargados de cosas. Cenamos calentitos en la furgo de Mario.
Dormí bien.
Paki sueña con Omar.











































































Día 4 Fez - Source bleue de meski (camping oasis)
Camino a Erfoud
























Amanece, que no es poco, soleado. Cielo azul. No hay rastro de nubes.
Los pequeños Hobbits ya se han duchado y preparan el primer desayuno.
Ducha fría, no importa mucho. Baños sucios. Cuando la gana aprieta buena es cualquier grieta.
Partimos 10 furgonetas. La familia crece. Salimos en tandas de 3 y nuestro grupo es de 4. Mario encabeza la expedición con su T-5 reluciente y flamante, después va Martí e Irene, (Engendro) con su Vito amarilla, les sigue las dos Anas con Isaac y Alberto (Cacafuti, basta ver su color para darse cuenta del porqué de su nick), la cual de vez en cuando despide un intenso humo gris. Ches y yo (Los Doble Cero), cerramos el grupo.
Por el campo arcilloso corre un crío en dirección a la carretera. Llega al borde, nos saluda, sonríe. ¿Le habremos hecho feliz con este simple gesto?







































Gentes sentadas a la orilla del camino sobre sus macutos. Una familia sentada en la tierra. Aquí y allá un hombre. Esperan. ¿A qué? Tal vez a alguien que les acerque a la población más cercana. Los pueblos camuflados de adobe se pegan silenciosos a los pies de las suaves colinas. A unos 700 metros una Kasbah, una villa amurallada. Apetece acercarse. Pero nuestro destino nos espera.

Paramos a comprar pan. Un ambulante nos ofrece fósiles. Trabaja en la mina recogiéndolos. Habla español. Nos pregunta si tenemos camisetas para cambiarlas por sus históricas piedras.
Paramos a comer a un lado de la carretera.

Corre el viento. Bego y César (T3joker2004) tienen problemas con su Joker. Se van al siguiente pueblo (Midelt) al taller. Preocupación solidaria.
En cinco minutos de exposición solar mi tochilla acusa un ligero quemazón. Se requiere crema solar.










Pasamos al otro lado de las montañas por un paso bajo. Aquí rara vez se sube un puerto. Un riachuelo, en su día río, fluye abajo. Encontramos el lago. Agua en medio de nada. Todo un espectáculo. Foto. Somos guiris ¿qué más podíamos hacer a falta de tiempo para un baño en sus aguas?
Alcanzamos 1.900 metros de altura en una ascensión apenas apreciable. Paramos. Foto también. Aparecen dos mujeres y dos niñas, también un bebé que se asoma a la espalda de la mujer
joven. Nos sonríen, saludan en francés. Permanecen allí sin pedir nada, sólo sonriendo. Les damos libretas, bolis, … el tarro de miel que Ches ofrece es rápidamente escondido por la abuela bajo su manto. También nos piden agujas con un gesto inconfundible. Me imagino a la venerable anciana zurciendo los calcetines de sus nietos con un trozo de hierro oxidado. Tienen suerte, pues siempre viaja conmigo un pequeño estuche-costurero. Le doy agujas e hilo. Ahora sus manos coserán más fácilmente por un tiempo, pienso. Agradecida. Yo, también.


En Errachidia nos encontramos con las furgo de cabeza. Doble Cero sigue cerrando la formación, con gran pericia por otra parte. La avería de "los Joker" está subsanada. Satisfacción general. Té y dulces para celebrarlo. Milhojas marroquíes. Me llevo una caja, siempre viene bien un dulce cuando ... *suena el Corán por megafonia*
Partimos hacia Erfoud cuando la luz comienza a declinar. Nos espera el Oasis.

Atravesamos las calles de Errachidia. La caravana se comunica por walkies: “¡Mirad ésa luna!” Enorme, naranja, su cara perfecta parece guiarnos. Inolvidable.

A los pocos kilómetros (durante los cuales fotografié al enorme satélite sin muchas expectativas de éxito) llegamos al primer oasis. Esta noche la pasaremos entre palmeras, mañana nos dirigiremos hacia Mergouza, la puerta al desierto.
Paseo por el “camping”. Luna a puntito de estar llena, frescor, estrellas. Nos aborda un vendedor, Joseph. Nos acompaña hasta la fuente natural. De este lugar me han hablado. Me imagino este lugar hace 500 años y parece no haber cambiado en todo este tiempo. Por aquél entonces los viajeros se movían en camellos (al igual que los lugareños), algún extraño (como nosotros) vendría en caballo, en vez de en furgos VW. Sujetarían su transporte a una palmera, guiados por chavalillos vestidos de azul y turbante naranja, su sonrisa sería la misma que la de éstos que ahora nos indican cómo y dónde aparcar a la espera de una limosna futura. Los mercaderes se apostarían en sus respectivas parcelas de dominio a la espera de un viajero incauto, como nosotros, al que vender sus mercancías. La luna, esta sí la misma luna de ahora, se reflejaría igualmente sobre la misma fuente que hoy, rodeada de losas, nos saluda. Fuente: “Hola, amigos”
Nosotros: “¡Hola qué baño me voy a dar en tus aguas mañana in the morning, colega!”
En fin…
Joseph, nuestro pescador, nos invita a te. Los Doble Cero no pueden resistirse. Aceptan más que encantados. Joseph nos pasa a la trastienda. Me enamoro por segunda vez en este viaje. En esta ocasión se trata de una camisa azul oscuro bereber con bordados en blanco. Oculto mis sentimientos, no quiero que vean mi interés.
Me siento junto a Ches sobre la alfombra. Allí, rodeados de tejidos de colores y cojines de lana, delante de un te humeante, servido con destreza por nuestro anfitrión, los Marajás (o sea, nosotros) dejamos transcurrir el tiempo. Más turistas entran en el local. Son nuestros amigos. Joseph se frota las manos. Corre de un lado para otro. Somos una mina, su mina.
Hablamos de negocios. Ches ofrece sus tarros de miel. Yo intento pensar de qué puedo desprenderme. Descarto la idea de “mis bragas más viejas” y estudio la posibilidad de “mis camisetas más viejas”. Caigo en la cuenta: No he traído camisetas viejas. ¡Sibarita de mierda! Dejo de pensar.
Cena en la furgona, de Mario, claro. Vuelta al business. Hemos sido advertidos de los altos precios de nuestro vendedor. Nos dirigimos, entonces, escépticos a la tienda. Aún así accedemos al intercambio. Tras un regateo largo, Ches se lleva 3 teteras por 60 €, yo consigo llevarme a mi amada blusa y un cómodo cojín por 50 €, y un pañuelo de regalo. No es una ganga pero así iré adquiriendo mi ajuar (un cojín aquí, una alfombra allá, un puf acullá…)
Al regresar a la furgo, una risa contagiosa nos hizo llorar. ¿Qué diría Ches a Ezequiel cuando le contara semejante negocio? ¿Qué iban a hacer en el bar con tan sólo tres teteras?
Dormí plácidamente.

Día 5 Sources bleue de meski (oasis natural) - Merzouga
































La fuente natural de Milkis (Source bleue de Meski) es una piscina exterior con agua de acuífero interior (¡toma definición que me currao!).
Tenía peces y palmeras alrededor.
Un baño estupendo. Sustituimos por él la ducha. Laura pachucha. Yo en babuchas.
Día tranquilo y apacible. Las furgos van saliendo en tandas. Laura va mejorando en tandas también. Paki se compra el mercado entero. La llaman la reina del descuento. O podrían.
Te en la piscina. ¡Cuánto tardan! ¡Pero qué ritmo tiene esta gente! La prisa mata, dicen.
Gente abrigada con una temperatura veraniega. Niños bañándose. Niñas ninguna.
En el pueblo dos tiendas nos surten de pan y agua, bien preciado por estos lares. Casas de adobe sin ventanas guarecen un interior prometedor que no llegamos a ver. Mujeres que se acercan a la carretera. No sabemos si recogen o envían algo en alguno de los coches que pasan. ¿¡Quién trabaja en este país?! Apenas se ven labriegos.
Laura se encuentra mejor. Relax. Tiramos para Errachidia, perdón, que me lío. Tiramos para Erfoud. Nos acercamos al desierto. El paisaje cambia otra vez. Vergel de palmeras en un valle. Montañas rizadas por los arbustos verde oliva.


























Color a te.
Seguimos hasta Mergouza.










































Cuatro casas al lado de la gran duna. Nos juntamos todos en el bar. Sentada general. Parecía que lo echábamos de menos. Te. Rumbita suena. Los que han llegado antes que nosotros nos informan. Los campings son un full. Una muralla que rodea nada. De todas formas es de noche y por el precio que tienen, 1,5 € por persona, aceptamos seguridad por incertidumbre. Un hombre nos guía en moto hasta el solitario camping. Sólo hay un coche. Es de un español. Una casa a la izquierda. El guía clava un palo, o tronco en otras culturas, en el suelo para que podamos colocar un foco de luz. El círculo gitano está montao.
Visita a los baños. Los mejores hasta el momento. Eso quiere decir: limpios. Te en el interior de la maisson. Sofá, cojines, tam-tams (que no son decorado, sino que de vez en cuando esta gente los hace sonar, con elegancia y armonía, sí señor). ¡Quién nos diría que molaba tanto el camping!










El día termina con risas bajo la luna y las estrellas. Falta alcohol. El poblado gitano se retira a descansar. Al día siguiente nos esperan los camellos.

Día 6 Merzouga - Atlas (entre Errachidia y Azrou) vuelta
Camellada


Nuestro transporte llega tarde. La prisa mata de veras.
A Isaac le toca el camello rebelde. Hartos de cargar sobre el lomo con nuestros cuerpos rollizos, es más que normal que estos animales protesten al ver a un nuevo grupo. Cada uno vamos eligiendo el camello que más nos gusta o el que más manso parece. Isaac no tuvo mucha elección; su camello, y los de los demás, tampoco. Un pequeño impulso de sus patas delanteras… y allá vamos, dispuestos a atravesar el desierto y volver.
Son bichos enormes, con unos ojos enormes de mirada tierna. Pero cuando abren la boca parecen capaces de arrancarte una mano de cuajo. Caminan sobre la arena despacio, sin detenerse, todos con la misma cadencia. Nuestras espaldas semejan a la de Shakira cuando se contonea “Contiiiigo, mi viiiida, quiero vivir la vida…”, sólo que la nuestra tiene menos gracia. Si bien, graciosos, lo que se dice graciosos, estamos un montón.
Semidisfrazados de bereberes (unos con turbante, otros con un pañuelo atado a la cabeza -véase yo misma), el grupo llega ante la Gran Duna. Las vistas prometen.
Subo con decisión y coraje. Pararse aquí puede significar la muerte. Sol más abrasador que… que… que antes, digamos. La arena se escurre bajo nuestro peso.
Llego a la cima. He sobrevivido. Alá es grande. La vista es preciosa, cierto es. Aunque este desierto no es tan grande como Alá. Es un pedacito de desierto rodeado de tierra y montañas lejanas. Aún así es magnífico... es magnífico imaginarse lo que debe ser el desierto enterito de verdad.
Los guías de la excursión suben corriendo. Adelantan a nuestros rezagados. Alcanzan la cima sin jadeos ni parafernalias. No piden agua, la guardan en sus reservas, como los camellos.
Uno de ellos dibuja la pisada de un niño en la arena. Pico. Me creo que un nene ha estado allí hasta hace poco. Humor bereber.
Bajamos corriendo duna abajo tras la exhibición del guía. Le seguimos. Pero qué guiris que somos. ¡Allá que vamos! Llevo arena en partes de mi cuerpo que ahora me avergüenza nombrar.
Una vez abajo la arena quema. Cuán ridículos debemos parecer saltando como pulguitas hasta alcanzar los camellos y nuestros codiciados calzados.

































































































































































































De vuelta, una ducha reconfortante. Ches adquiere una rosa del desierto. Desmontamos el tenderete y tiramos rumbo norte. Destino: El Bosque de los Cedros.
La caravana hace una pausa. Cacafuti está en el taller. Las chicas aprovechamos el parón para ir de compras, que es lo que se nos da bien. Borrad esa estúpida sonrisa, era una broma.
Aprecio en mí un cambio. Estoy aprendiendo a regatear. Ahora sí que los dos contentos, el vendedor y yo.




















La tarde empieza a caer. Echará dos horas en terminar su ciclo, durante las cuales el cielo se llena de colores: naranjas, rosas, violetas. El Atlas nevado a un extremo de la llanura, al otro, montañas ocres iluminadas por el sol que se pierde tras el horizonte. Estamos maravillados.





























































































































Noche cerrada. Paramos en una gasolinera. La temperatura ha descendido radicalmente. Volveré a enchufarme los calcetines de lana. Restaurante de carretera donde nos cobran el triple que a los marroquíes. C´est la vie. Esta gente hace el agosto con nosotros. Es lo que nos queda.
*A mi me sienta mal el té y paso mala noche, estamos entre Midelt y Azrou en un lugar llamado Zeïda en mitad de los Atlas a 1452m de altitud*
Al día siguiente nos espera el Bosque de Cedros. Un lugar que nunca olvidaremos, ¿verdad? Nuestro destino: la costa oeste. Ches y yo no llegaremos a verla.

Día 7 Zeïda - Meknes
El maldito bosque de cedros


Madrugamos. Teníamos que hacer kilómetros. Nos habían advertido que pasaríamos por puertos de montaña y zonas frías.
Subimos el primer puerto. Bajamos a casi 0 grados. Una cigüeña vuela delante de Doble Cero. ¡Qué imagen!
Atravesamos una altiplanicie extensa. Nieva. Los pastores, bajo sus chilabas, cuidan de sus rebaños bajo el viento y la nieve intensos, y nos observan.
Llegamos al Bosque de los Cedros. Comenzamos a descender. No vemos macacos, pero están allí.





















Esa mañana Fortuna y su hermano Infortunio hicieron acto de presencia, para convertir nuestro viaje en una aventura más venturosa. No hubiera hecho falta.
Ante nosotros la furgo de Valentí se tambalea de un lado a otro, roza el guardarail, se va hacia la cuneta contraria y choca contra las raíces de un árbol, vuelca sobre la carretera. Dicen estar bien, los oímos por el walkie. Alivio ligero. Es cierto, salen intactos. Nerviosismo controlado.
Cuando logramos, gracias a un 4 x 4, que la furgo volviera a su posición natural (las ruedas sobre el asfalto), Arranca sin problema, solo unos rasguños de chapa, Miguel recibe una llamada al móvil. Cacafuti también ha sufrido un accidente. Ana e Isaac están intactos, sus amigos por Fortuna viajaban en otra furgo. Infortunio quiso que la tan querida T-3, Cacafuti, no pudiera continuar viaje.
Alabamos a la diosa, y, como siempre, nos cagamos en dios. Dentro de unos meses recordarán lo sucedido entre sonrisas, tal vez alguna lágrima. Ahora, desolación.





Sería pesado contar todo lo que pasó aquél día gris, gris no sólo por los acontecimientos sino también por un cielo plomizo que no dejó de verter lluvia o nieve durante horas.
Pero daré unos flashes para el recuerdo.
En la comisaría: burocracia policial interminable, calabozo desolador, el café que nunca llegó, tecleo (a lo lejos) dígito a dígito del agente de turno, la fotocopiadora inexistente, horas de espera, incesante entrar y salir de agentes, *uno porta una piedra y un papel, no intentemos entenderlo*
La grúa: iba y venía, falta de cable.
El hospital: médico que chapurrea español, foto del presidente en las salas (para que no se olviden de él - con tan pocos medicos les resultará difícil hacerlo-), radiografía, la técnica era una jovencita, servicio gratuito.

El pueblo, Azrou, resultó estar a tan sólo 5 kilómetros de los siniestros.


Cuando empezó a atardecer, Chesco y yo tuvimos que partir. Nosotros nos separábamos de la caravana. El resto iría hacia la costa, donde verían las playas antes de volver a Ceuta. Nosotros volvimos por el interior: Ouzzane (y una noche de hotelito divino, porque nosotros lo valemos, con cena, ducha caliente y camita), de nuevo Xaouen (sin Abdul, con sol, con más compras y regateos, sin apenas pausas, con un té delicioso en la placita, sin Chesco -que seguía de compras mientras yo seguía al sol y al te- y con pena, porque ya era nuestro último día en ese país), y, por fin, Ceuta, donde los policías de la frontera sonreían, hacían bromas y miraban mi tórax con picardía nada disimulada; no como los de la noche de llegada, que casi me ignoraron por completo.









































*Cuando los Doble Cero partieron rumbo norte, nosotros ante la triste realidad de no poder recuperar la furgo decidimos desmontar y llebarnos todo su equipamiento. Cargado todo en las demas furgos y dispuestos a abandonar ya aquel dramático escenario, nos informan que sin la furgo sus ocupantes no pueden salir por la frontera, para salir sin furgo abria que hacer unos trámites que viendo lo que tardó la Policia en hacer el parte (estubimos todo el dia detras de ellos porque tenian los papeles de la furgo) mejor nos olvidabamos del tema.
Bueno, pues esto no hubiera supuesto tanto problema si no fuera que los de Liberty seguros no se hacian cargo de nada hasta que la furgo estubiera en una grua y teniamos que estár nosotros en el lugar del acidente hasta ese momento, si no no se hacen cargo.
La odisea de sacar la furgo de donde estaba no os la podeis imaginar, quedamos los Malaespina y los Cacafuti allí hasta las 3 de la mañana desde hacia 14 horas que habia ocurrido el acidente, la tercera grua que fué consiguio llebarsela ya destrozada del todo de tanto tirar y arastrar, sin una linterna, con las que teniamos nosotros, los de la grua estubieron peleando allí mientras nosotros parábamos el tráfico hasta que consiguieron llebarsela. Los de Liberty se pasaron su póliza por el forro de los cojones (yo la leí con exclusiones y todo) estubimos tirados en mitad de los Atlas 14 horas a una media de 3 grados y precipitando. Nosotros si tubimos tiempo de ver los monos...
Cuando llegamos al camping exaustos donde estaban todos en Meknes eran las 3AM. La llegada al camping también es digna de mención, estaba entre los muros de la medina y para entrar habia que pasar por una direción prohibida, debajo de la señal de direción prohibida estaba la policia, los únicos que habia por allí a esas horas, les preguntamos y nos mandaron pasar sin problema.

Dia 8 Meknes - Asilah
Este último dia fué el más relajante, salimos como una hora despues que los demás del camping de Mekes rumbo a la costa, direción Larache, ibamos (los Cacafuti) Ana e Isaac y nosotros, Laura y yo, Paki creo que iba con Raul y Marta (Camperdax)pensabamos encontrar a los demás por el camino pero nos plantamos en Larache y seguimos hasta Asilah sin ver a nadie, allí tocamos costa y aparcamos en un prao a pie de playa junto a algún pescador. Allí comunicamos al resto el lugar y tubimos una relajada espera , comimos, probamos el agua de la playa... allí conocimos también a Goyo, un bilbaino , viajero solitário asentado en Marruecos que apareció por allí con su ZX matrícula BI. Pessonaje curioso con el que hablamos durante rato, luego apareció el resto del grupo y fuimos al camping de al lado. Vuelta por Asilah, cena y última velada juntos en Marruecos, acabamos la sidra y a dormír, al dia siguiente nos espera la frontera y el ferry.




































Dia 9 Asilah - Montiel (Ciudad real)
Ya nos habiamos despedido la nocha anterior casi todos, al final, con los bultos de Cacafuti quedamos los que podiamos esperar a Ana e Isaac, los demas tenian que perder el culo rumbo Norte, pronto habia que volver al trabajo y quedaban muchos kms.
Quedamos Valentí y Marisa, Raul y Marta, Martí y Ana y nosotros, Paki Laura y yo.
Cargamos todo en las furgos y fuimos rumbo Ceuta, el tramo Tanger - Ceuta estaba en obras, fatal. Cola en la frontera, trapis de gente buscandose la vida por todas partes, desconfianza general, malas caras (pueden colocarte hachis por la furgo, hay que estár al loro) En la frontera están aun los pasajeros de Cacafuti esperando por la furgo. Abrazos, lágrimas y despedida.
Pasamos sin problema, ferrys y otra vez en Europa, en un pueblo de Cadiz quedamos con el hermano de Isaac que llega con una furgo para cargar los trastos de Cacafuti, nos despedimos de Raul y Marta y de Martí y Ana y Tiramos para Montiel, donde Paki tiene una casa,
con Valentí y Marisa, llegamos allí sobre la 1 AM, nos comunicamos por teléfono con los demás, Manu (M3) está poco más al Norte, se ha tirado montón de horas en atascos y apenas avanzó nada en su regreso a Torrelavega, Miguel y los Joker andan por Extremadura, muy al sur todavia también, los Cacafuti ya están en la peninsula, etc..
Los padres de Paki nos tenian la cena preparada.




Dia 10 Montiel - Asturies

Nada destacable, no pillamos atasco, nos comunicamos con las demás furgos por teléfono, poco a poco todos regresamos al hogar.







A modo de conclusión
Para mí, ha sido una experiencia única y seguramente, a mi pesar, irrepetible (obviando, por supuesto, el día del Bosque de Cedros, que hubiera podido ser perfecto también, como el resto del viaje, pero que a nadie le gustaría repetir). Gracias a todos por lo que cada uno aportó. Me llevo un recuerdo muy grato de todos vosotros y de Marruecos, ese país de contrastes.

Carolina S.V. (Doble Cero)
Mario R.U (Expedición Malaespina)